segunda-feira, setembro 10, 2012

Ya es ayer

Caminamos de niños por las calles
sombrías de León, en plena noche.
Hasta la luz es eco, y nuestros pasos.
Los lóbregos portales, tan angostos.
Hepáticas farolas. Nuestras sombras.
Tan estrechas y tan largas. Nos creemos
batusis, y jugamos. A pisar
nuestra sombra, saltando por encima.
A quedarnos sin sombra, y ser felices.
A mostrar nuestra sombra en la de al lado,
y entre los niños uno, oscuramente,
ha comprendido acaso que los hombres
podrían ser iguales y fundirse
sin daño, de ser sombra. En tales rúas,
las más tristes del mundo, las más lúgubres.
Y seguimos jugando. Por delante,
hacia el mar, que es el morir, las sombras
cada vez más en fuga, como ríos.
Y corremos tras ellas. Y reímos
al ver que nuestras sombras son un huso
que va hilando los sueños silenciosos.
Igual que un horizonte. Inalcanzables.
Jugamos a que nunca llegaría
un día como hoy, pero ha llegado.
Y son más nuestras sombras que nosotros.

- Andrés Trapiello
in El Volador de Cometas (Antología poética), Renacimiento

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