Y los poetas acaban así: heridos, anulados, muertos-vivos, y por eso los llamamos poetas
¿Así? La crucifixión de algunos no es tal vez un sino sino un signo,
y es el equilibrio de otros su grandeza y su muerte,
y la fosforescencia de Yeats (Bizancio, como un gong en el crepúsculo) el precio que pagamos
por aquel cuyo nombre estaba escrito en el agua
Porque algún precio debe pagarse, podéis estar seguros: Eurídice yace aún muerta
sobre los conmutadores eléctricos y el azul de una sabia tibia como la caja de un piano de caoba.
El mundo de Orfeo es el de detrás de los espejos: la caída de Orfeo,
como el retorno de Eurídice de los infiernos
- Pere Gimferrer
quinta-feira, outubro 21, 2010
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